domingo, 15 de enero de 2012

Capítulo 7:

"¿Qué es una adopción?" Pensé, preocupada. "No se... será algo bueno, supongo" Me decía para mí, intentando tranquilizarme.

Me fui a mi cuarto dándole vueltas al asunto. Me senté en la cama y algunos minutos después, me levanté y me acerqué al escritorio. Seguidamente, abrí con cuidado el primer cajón del escritorio y cogí mi pincel, con melancolía comencé a realizar trazos en el aire simulando hacer un dibujo.

De repente, alguien llamó a la puerta y vi cómo giraba la manibela . Yo, nerviosa, guardé el pincel de nuevo en el cajón y lo cerré haciendo un ruido bastante fuerte.

Era Dani. Entró sin mi permiso a una zona que yo consideraba mía. Se sentó en la cama y me dijo:
-¿Te ha gustado el uniforme?
-Mmmm...la verdad es que me está grande.
-¿En serio?
-Sí.- Dije seriamente.
-Pues hay que decírselo a la tutora.
-¿Quién es la tutora?
-Es como tu mamá mientras estás aquí.
-Ah, vale.
-Ya verás te caerá bien , es muy maja. Por cierto... ¿Qué es lo que no quieres que vea nadie y lo escondes tan rápido?
Me puse colorada, no se por que, mientas Dani abría los cajones. Intenté evitarlo por todos los medios pero empezó a hacerme cosquillas y me rendí.
-¡Un pincel!- gritó sorprendido.- ¿Y las pinturas, el papel...? Todo eso.
-No tengo...-dije descorazonada- todavía- Dije intentando arreglarlo.
-Ya arreglaremos eso, no te preocupes.

De momento, el hombre del traje negro entró sin avisar a mi habitación.
-¿Te has probado el uniforme?
-Si, pero me está demasiado grande.
-A ver que te vea con el puesto.

Cogí la bolsa y entré al baño. Cuando tenía el uniforme puesto, salí para que me viera el hombre con él.
-Ala, pues si que te viene muy grande...Quítatelo que te traigo cinco o seis tallas menos.-Dijo entre risas.

"Pues a mi no me hace gracia" Pensé.

Cuando me cambié de nuevo de ropa, entré a mi cuarto y le dí en uniforme al hombre. Él se fue y me dejó con Dani.

-Parece un poco serio, pero cuando le conoces es simpático. Se llama Pepe.

Más o menos a la media hora me trajo el uniforme. Cuando me lo probé, comprobé que ese sí que me estaba bien.
-¡Este siiii!- Grité, ilusionada.
-Muy bien. Ahora que ya lo tienes todo, mañana empiezas el cole ¿Vale?

viernes, 6 de enero de 2012

Capítula 6: Por los pasillos.

Era una traje de color azul, con unos cuadros verdes y blancos. Me resultaba familiar...no podía recordar dónde lo había vista antes. De momento recordé...¡Era el uniforme que llavaba Dani el otro día!
Estaba compuesta por una falda muy larga y una camiseta, más bien una sudadera, azul con el escudo de la escuela bordado en la parte superion derecha. Por otra parte, estaban los calcetines, que más bien eran unas medias, los zapatos y la cartera.

Me probé las prendas y pude ver a simple vista que me quedama muy grande. Casi podía pisarme la falda, la camiseta me llegaba por las rodillas, los calcetines, por las ingles y la mochila, por debajo del trasero.

Me cambié de nuevo y después doblé el uniforme y lo puse otra vez en la bolsa. Me tumbé en la cama, boca arriba. Mi mirada se perdía en el techo. De repente, me vino una idea a la cabeza: ¿Por qué no salía a investigar un poco? La verdad es que no lo pensé demasiado, simplemente, actué.

Salí de mi habitación con bastante dificultad para girar la manibela. Intentaba ocultarme por los pasillos. De repente, me encontré con una puerta marron con una pequeña ventanita en la parte superior. Tenía unas letras escritas, pero para mí era imposible reconocer símbolo alguno.
Pegué la oreja intentando descifrar los sonidos que se producían el en interior del cuarto.

No conseguí sacar nada en claro, asique me fui a otra puerta para ver si lograba enterarme de algo.
Después de andar varios metros, me topé de nuevo con otra puerta, pero en esta ocasión de color beige con otra pequeña ventana. De nuevo, pegué la oreja con el fin de escuchar algo interesante.
"Bingo..." Pensé. Comencé a escuchar:
-Marina Ulloa Castro.
-Si... Saca su expediente.- Respondió una voz diferente a la primera.
-Aqui está....mmm...
-¿Quien decías que quería verla?
-Una mujer...no se...
-Bah, da igual. Aquí está la solicitud de adopción.

sábado, 31 de diciembre de 2011

Capítulo 5: Mi "casa".

Al rato de "hablar" con Dani - que yo no hablaba, era un monólogo- me sirvieron el desayuno, tostadas y zumo de naranja. No estaba mal para el primer día. Después de otro monólogo suyo, decidió enseñarme el internado, centro de acogida, como querais llamarlo.

Me mostró un montón de salas, me iba diciendo sus nombres, pero yo, como era de esperar, al minuto no me acordaba de ninguno.

La sala de juegos, la entrada, mi habitación y el baño, era lo que al final del día podía recordar de la retahíla que me había dicho Dani durante la jornada.

Comí, de nuevo con Dani, y también cené con él, cómo no. Comencé a tomarle asco al pobre niño, ya que era muy pesado.

Esa misma noche,me desperté agitada y con el corazón a mil, acababa de soñar con mi madre, no soportaba aquella sensación. No pude concevir el sueño de nuevo, me quedé boca arriba, con la mirada perdida en la madera del techo.

 La verdad es que mi habitación tampoco estaba tan mal, estaba situada en el ala sur, la zona más soleada, y por lo tanto más cálida. La cama estaba blandita, había un espejo al lado de un escritorio muy alto,cuando me sentaba los pies no me llegaban al suelo, símbolo de que habría de estar allí  una larga etapa de mi vida. El baño tenía un solitario retrete y un lavabo, nada más. Los azulejos que cubrían sus paredes eran azules, descoloridos por el abrasante sol. Los pasillos estaban oscuros, casi sin bombillas. En todo caso, agradecía estar alli en lugar que en las calles.

No veía a mi hermana desde que salí del coche, empezaba a añorar su pequeño cuerpecito consumido por el hambre. También echaba de menos a Erika.

De pronto me acordé, me llegó a la mente: La bolsa blanca que me trajo Daniel, no había visto lo que contenía. Ella descansaba sobre mi cama. Me dispuse a abrirla.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Capítulo 4: Dani.

Cuando llegamos al destino, el hombre vestido de negro me obligó a bajar del coche y me condució a lo que él llamaba mi nueva casa. Yo no sabía la sensación que se debería sentir cuando se vive en una casa, supongo que estaría bien. Echaba de menos a mi madre, ¿dónde estaría en aquel momento? ¿Estaría bien?
Mis pensamientos se desplazaban a la calle, buscando a quien más quería en el mundo, cuando alguien llamó a mi puerta.

Me sorprendí de que alguien quisiera hablar conmigo, pero le dejé pasar. Era un niño pequeño, rubio, con los ojos verdes. Llevaba un uniforme, para mi gusto de una inmadura cría de cinco años, horrible. Portaba en la mano una bolsa blanca, grande y opaca. La dejó en cima de mi cama.

-Hola ¿Cómo te llamas? ¡Yo me llamo Daniel, pero puedes lamarme Dani! Todo el mundo me llama Dani... Tengo seis años.
Me abasallaba con sus preguntas, asique le ignoré.
-¿Estás triste?-Dijo. Esta vez me mejó hablar.
-Si- Le respondí con la mirada pegada en el suelo- mucho. Mi mamá me ha dejado sola con mi hermana pequeña...
-No pasa nada. Te acostumbrarás...
-No creo.-Me retiré las lágrimas que me recorrían los pómulos sin mi permiso.

De repente, alguien de fuera de la estancia reclamó a Dani con un fuerte grito.
Se despidió y se retiró de mi cuarto.

Estaba muy triste, el mundo se derrumbaba ante mis ojos y me sentía incapaz de hacer nada para remediarlo. Para colmo, estaba sola. No sabía como reaccionar: si llorar, si enfadarme, pero finalmente, hice acopio de todo el valor que pude y decidí intentar salir adelante.

Ese día, me dormí pronto, no tenía otra cosa mejor que hacer. No tenía hambre, ni sueño, era como si mi vida pasara ante mis ojos, no pudiera vivirla, como una película.

Al día siguiente, me desperté y me vestí. Al cabo de una hora, llamó a mi puerta el hombre del día anterior, haciendo que bajara las escaleras que llevaban al comedor, o eso me dijo él.

Me senté en la última mesa, que era la única mesa que estaba vacía. Ví a Dani entrar a la sala, se sentó a mi lado, cosa que me extrañó y que no me hacía mucha gracia, porque como decía mi madre:
mejor sola que mal acompañada.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Capítulo 3: "La mirada detrás de las gafas"

En el siguiente mes, iba muy a menudo a ver  a Erika. Nos hicimos muy amigas. Un día, cuando fui a visitarla, como de costumbre, me sorprendió un hombre con gafas negras, trajeado, alto y moreno.Interrumpió mi conversación con Erika diciendo :
-¿Dónde está tu mamá?-soltó intentando ser amable,pero con su pinta, no lo consiguió.
-Cuidando a mi hermana Blanca.-Dije asustada.
-¿Tienes una hermana?
-Si, es muy pequeñita...-Dije.
-¿Pero dónde están?-Gruñó el hombre con cara de pocos amigos.
-Allí-Apunté con mi dedo índice-en esa calle.
-Vale, ven conmigo-Me despedí de Erika  y nos dirigimos al lugar donde estaban mi madre y mi hermana.

El hombre tenía una fachada fría, pero su mirada detrás de las gafas era triste,  como si le obligaran a hacer algo en contra de su voluntad.
Cuando llegué a donde estaban ellas él, se dirigió a mi madre y le dijo:
-Señora ¿Usted cree que es digno tener a dos hijas en estas condiciones?
-No, pero no puedo hacer más. Me denegaron las ayudas para las medicinas y no puedo trabajar...-Dijo ella con gran tristeza en su mirada la cual desvió segundos después hacia otra parte.
-Soy de los asuntos sociales, señora. No es posible que usted tenga dos menores bajo su tutela sin ningún techo.
*Yo miraba con impotencia, y mi  madre comenzó a llorar, me extrañó muchísimo. Ella no lloraba nunca, era una persona muy fuerte.*
-Tengo la obligación de retirarle la custodia de sus dos hijas.

En ese momento, se me cayó el mundo encima. Imaginaba lo que pasaba pero no lo quería creer. El hombre, bruscamente me agarró del brazo y arrebató a mi hermana de los de mi madre. Ella cayó al suelo. Se derrumbó.
Intentó convencer al hombre pero fue en vano. Las lágrimas se contagiaban y yo comencé a llorar también.
-¿A dónde me llevas?-dije entre sollozos.
-A un sitio mejor que la calle-me susurró él con un tono más amable que antes.- Vas a ir al cole como los demás niños y niñas de tu edad.
-¿Voy a tener que cuidar de Blanca?
-Si, un poco. Nos ayudarás...¿vale?

Me quedé callada.

.¿Y mi mamá? ¿Cuando viene?
-Vas a tener una nueva mamá, con una vida mucho mejor...

viernes, 9 de diciembre de 2011

Capítulo 2: Erika y yo.

Me fijé en la verja que separaba el recinto y el exterior, detrás de ella se encontraba una niña pequeña, de unos cuatro o cinco años, rubia , con los ojos azules.No era como yo, me llamaba la atención.

Insegura, me acerqué y la pregunté con timidez:
-¿Cómo te llamas?
-Erika.-Me dijo- ¿Y tu?
-Marina- Le respondí.
-¿No vas al colegio?-Preguntó con curiosidad.
-No, mi mamá no tiene suficiente dinero para comprarme una educación. - dije, no sabía lo que decía -Ella dice que se aprende más en la calle que en la escuela.-
-Ah , vale.-Respondió. De repente, sonó un ruidoso timbre. Erika, nerviosa, me dijo adiós precipitadamente y se fue. Con inesperada tristeza, vi como se alejaba de la valla. Mi madre, harta de llamarme, supongo que intentando aplicar la psicología inversa, se alejó, y yo corrí tras ella para alcanzarla.

Al día siguiente, fui intencionadamente a la verja a la hora que ayer había visto a Erika. Allí estaba, supuestamente para verme.
-Hola-Dijimos las dos a coro. Seguidamente, ambas esbozamos una sonrisas un poco vacías.
-Ayer no te lo pregunté, pero te lo digo ahora. ¿Cuántos años tienes?
-Tengo cinco años ¿Y tú?
-Cinco y tres cuartos.-Se rió, pero yo no entendí el significado de esas palabas asique me limité a quedarme callada. Erika bajó la vista, y se paró cuando vio mi pincel, que sobresalía del bolsillo de mi pantalón.
-¿Pintas?-Me dijo.
-Lo intento, pero es difícil...-Dije. -No tengo pinturas, estoy ahorrando.
Mi imaginación volaba, intentaba encontrar la razón por la que ella vestía uniforme, impecable, y yo, con harapos remendados . No lo entendía. Años después, entendí la razón: la vida no es para nada justa.
Erika, mirano al exterior del colegio, interrumpió mis pendamientos diciendo:
-¿No vienes con tu mamá?
-No , mi mamá cree que estoy buscando comida.
-¿Buscando comida?-Hizo una pausa.-¿Eso qué es?
-Busco comida para que mi hermana, mi mamá y yo podamos comer algo a la hora de comer. Mi mamá está enferma, ella no puede, asique lo hago yo.

La niña parecía muy sorprendida, pero para mí era algo normal.Sonó el timbre.Nos despedimos.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Capítulo 1: Mi oscuro principio.

Así fue como después de ahorrar casi cinco meses, me compraron mi primer pincel.
La verdad esque no sabía muy bien usarlo, pero con el tiempo me daría cuenta de que al fin y al cabo, no era tan difícil.

Mi sueño era pintar, suena muy cursi, pero he sentido desde que tengo uso de razón el arte corriendo por mis venas. La primera lección como tal de pintura me llegó a los diez años, pero yo siempre he tenido, aunque escondido, mi potencial.

Pero empecemos por los principios.Como algun sabio dijo: "Los principios suelen ser bastante oscuros".
Y los mios lo fueron. Por aquel entonces, mi padre nos acababa de abandonar a mi madre a mi hermana y a mi, y no nos iba muy bien economicmente. La verdad es que si comiamos algún día dabamos las gracias al cielo.

Nos veíamos obligados a mendigar por las calles de un duro Barcelona. La gente no tenía piedad de los más desfavorecidos, asique cuando teniamos algun trozo de pan para llevarnos a la boca era de entre la basura.

La gente pensaba, y creo que a veces piensa, que los pobres o los mendigos no haciamos más que molestar y que enturbiar la imagen de algunos barrios solamente para molestar, pero creo que no se han parado a pensar las penumbrias que havíamos tenido que pasar para llegar hasta el punto donde nos encontrábamos.

Mi madre tenía serios problemas de salud , pero no podíamos permitirnos los medicamentos para su curación, comprarlos supondría no comer por lo menos durante un mes.

Vivíamos ,mejor dicho, deamulábamos por las afueras de la ciudad condal, nunca por el corazón, porque la gente nos miraba con demasiada cara de asco.

Mi hermana, que tenía dieciocho meses, era morena, tenia los ojos azules, heredados por parte de padre.Daba mucha pena verla con los huesos marcados por el hambre, a pesar de su corta edad.

Yo, por mi parte, había presenciado escenas como la violencia de género por parte de mi padre hacia mi madre, ese recuerdo tan traumático, no se me borrará del recuerdo en mi vida. Me considero que en esa época, auque tenía cinco años , mucho más madura que los niños normales de mi edad.La vida me había curtido.

La imposibilidad de mi madre, me obligaba a tener que buscar yo la comida entre cubos de basura, obligandome también a pelearme con perros y gatos por los restos de alguna comida.

Creía que me había perdido en la rutina, cuando un día, pasando por uno de las escuelas pijas de la ciudad...